En el corazón de Parma se alza el Teatro Regio, joya neoclásica del siglo XIX y legado de Maria Luigia de Austria, la duquesa que convirtió el arte en política y el teatro en refugio. Su fachada sobria esconde una sala deslumbrante: dorados, frescos celestiales y un escenario que ha visto pasar las grandes voces de la ópera italiana.
Aquí, cada butaca guarda secretos de siglos, y cada lámpara aún parece encenderse al compás de Verdi.
Luces, terciopelo, eternidad.
“Los lugares recuerdan más que los hombres.” – Marguerite Yourcenar
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